jueves, 10 de febrero de 2011

Perdiendo el sentido y la ilusa creencia de una mínima capacidad para escribir.

Aprenda a vivir durante toda la vida. Moriré sin saber. Conociendo voy. LLego sin entender. Vale la pena. Los secretos se los confío a las personas con Alzheimer. El oro es lo de menos. Quiero que aprendamos juntos. Sos el silencio. Ese silencio mejor que las palabras. Fotografías blanco y negro. A lo grande prefiero el sur. Dentro del sur me gusta el Norte. Ser negro, mi primer nostalgia. No tengo miedo. Tengo alas. Voy a correr hasta estrellarme. Vuelvo a volar. La gravedad es una disposición de la mente o la consecuencia de una mala compañía. Los caballos y los perros no quieren ser policías. La paloma tampoco mensajera. No parés. En un motete voy a juntar odios y rencores. Viejos y nuevos. El río su destino. La correntada su camino. Zapatillas caminadas. Medias agujereadas. Vidas polarizadas. La resistencia. A veces quisiera llorar. Hoy estoy bien. Gracias por estar. Veinte. Once. Intentando escribir un poco. Escribiendo nada. Menos mal que me conozco. Disparar 1000 palabras y no 1000 balas. Crear 1000 puentes. No 1000 muertes. Que los únicos fusiles sean las miradas. Las madres ya están hartas. Ya basta. Se me rompió la persiana. Quedó baja. Extraño la brisa fresca. Te extraño. Mañana te veo. Hermosa. Como siempre. Me siento inútil. Pido perdón. América Latina tiene las venas abiertas. Grita y sangre. Me duele servirme azúcar. Tomar café. Y otras tantas cosas. Existencialismo. Post modernismo. Amo mi pila de libros. Momentos inolvidables. Vos. Yo. Una cama. Muchos libros eran la breve distancia. Es la única que tolero. No rindo bajo presión. Un reloj hoy me mintió. Voy a conocer Montevideo. Algún día. Ya lo conozco. LLevo mucho más de 40 minutos. No coseché ni un sólo fruto. A callarme.

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